Sarvisé – Senegüe.

17 de agosto 2008. El poner el despertador a las 6:00 h. de la mañana de poco nos sirvió, pues nos pusimos en marcha a las 7:45 h. La mañana era fría y la salida cuesta abajo. Nos abrigados e hicimos los aproximadamente 10 km que nos separaban de Fiscal, sitio elegido para desayunar, donde por 8 euros nos dieron dos ColaCaos, tostadas y una napolitana.
Para hacer la transpirenaica es mejor llevar dinero en la cartera. La mayoría de los pueblos que atraviesa no disponen de cajero automático. Fiscal es un pueblo bastante grande con todos los servicios, parece que incluso tiene cajero automático, pero no, sólo encontramos un supermercado donde comprar un par de plátanos para el día, y dos o tres oficinas bancarias, pero sin cajero. Visitamos el pueblo, descubriendo algunos lugares de interés, entre los que había un batán, y después de cargar agua en abundancia nos pusimos en marcha. (Foto 13: fuente pública en terreno privado en Bergua).

Obras para una nueva carretera a la salida del pueblo hacen erróneo el libro de Jordi, pero nuestra intuición y el gps nos hacen seguir una pista, ahora asfaltada hasta Bergua. Justo antes de llegar al pueblo nos encontramos una fuente pública dentro de un terreno privado, con casa y todo, y en la que aunque no esté permitido, nos parece un sitio interesantísimo para pernoctar.
(Foto 14: tramo de río antes de Sasa).
Pasado Bergua la pista deja de estar asfaltada, con algunos tramos realmente increíbles, incluidos unos 200 metros por el cauce de un río. Este tramo es imposible de hacer en épocas de lluvia, pero en el momento que nosotros lo afrontamos nos hizo sentir la verdadera esencia de la bicicleta de montaña.

La pista, en fuerte pendiente, nos lleva a Sasa, un pueblo abandonado en el que temporalmente habitan tres solteros de profesión y aficiones, que se están recuperando de las fiestas de su pueblo y que nos invitan a visitar su casa palacio. Tienen incluso un golf particular, montados por ellos mismos soplete en mano. Hasta el momento no nos hemos encontrado a nadie haciendo la transpirenaica. Sin embargo nos comentan que este año esta pasando mucha gente en bicicleta, entre ellas, el día anterior, una inglesa grandiosa. Con la novedad nos ponemos en marcha, con la intención de recortar el tiempo perdido y conseguir ver a esa grandiosa muchacha. Sin embargo, justo a la salida del pueblo nos encontramos a otros sementales, esta vez luchando. Dos toros se disputaban el harén vacuno. Un espectáculo de la naturaleza que no podíamos perder.
(Foto 15: Sasa, pueblo abandonado;
Foto 16: Lucha de toros en Sasa; Foto 17:Subiendo a Peña Oturia; Foto 18: Camino entre vacas en Peña Oturia) .
Salimos de Sasa por una pista espectacular, en dirección a la Peña Oturia. En la subida empiezan los problemas mecánicos, y es que los tornillos del portabultos de Miguel no aguantan más. Una vez sustituidos continuamos el trayecto, pasando por lo que es un auténtico camino de vacas. Si alguna vez escuchasteis ésta expresión, seguro que se referían a este sitio. Las vacas, y sus terneros, no se apartaban a nuestro paso. Desde aquí hasta Senegüé es prácticamente todo bajada, y la disfrutamos a lo grande, hasta un nuevo pinchazo en la rueda trasera de Miguel. Creo que ya va el cuarto, esto tiene pinta de ir para record, más si tenemos en cuenta que esta vez lleva una cámara antipinchazo.
Antes del final de etapa pasamos por la localidad de Lárrade con una interesante representación del románico del Serrablo y tras cruzar el puente colgante de madera sobre el río Gállego llegamos a nuestro punto de destino, Senegüé. Nada más llegar al pueblo encontramos el sitio perfecto para dormir. Un pequeño parque, con juegos infantiles y espacio techado, con barbacoa y pilón, en el que incluso nos pudimos bañar, eso sí, por capillas.
Limpiamos las bicis, las engrasamos y nos hicimos un master en la colocación de parches. Nos habíamos quedado prácticamente sin cámaras. Mientras tanto vimos pasar los primeros ciclistas que hacían la transpirenaica, entre ellos, un grupo de cuatro, vestidos como de andar por la calle y a un anónimo esforzado, que nos saludó desde lo lejos, y que días después fue un inmejorable compañero de ruta.

Senegüé es un pequeño pueblo a 6 Km de Sabiñanigo con un único restaurante donde cenar. Influidos por una vecina decidimos cenar en el restaurante del camping Valle de Tena, a medio kilómetro del sitio en el que dormíamos. Según nos dijo, en función de la relación calidad – precio, ella iba siempre al camping. (Foto 19: iglesia de San Pedro, Lárrade).

Atendidos por un argentino, de los de flequillo y sonrisa a lo Carlos Baute, que por supuesto no conocía los tercios de cerveza ni los platos de la carta, nos decidimos por el menú de 12 euros, de muy buena pinta, y muy mal sabor. Aunque con hambre todo está bueno, incluso la pasta al pesto, sin pesto. El menú incluía postre y bebida, y cómo no, nos bebimos una botella de vino.

Con noche cerrada volvimos a Senegüé por la carretera nacional. Con los frontales y reflectantes éramos visibles a mucha distancia, pero el respeto a ésta locura que estábamos haciendo y el dopaje que supone el alcohol, nos hicieron pedalear a una velocidad de vértigo y sin notar dolor alguno en las piernas. Justo todo lo contrario al trayecto de ida. (Foto 20: puente colgante de madera sobre el río Gállego).

Parecía la noche perfecta, cielo estrellado y luna llena, pero fue todo lo contrario. Primero nos encontramos con el parque iluminado, tuvo fácil solución, encontramos la caja general de electricidad y las apagamos. Poco después, no sé de dónde, el caño empezó a manar agua a mansalva, os podéis imaginar el ruido. Confié en mi cansancio y mi capacidad para dormir en cualquier lugar y allí me quedé, dios mío, k noche me dio, y todo por no moverme 10 m. como hizo Miguel. Que envidia me daba por la mañana.
(Foto 21: Senegüé, tendejón en el que dormimos).
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